Sufría bajo la lluvia  

Publicado por Dario Rangel

Tal vez, la suerte de esa perrita era morir en la calle, sin que las personas tuvieran piedad de ella; sin que un alma bondadosa le diera protección y ayuda. Para ella, el fin estaba próximo.

Pero, una llamada inesperada, fue lo que estableció la diferencia entre la vida y la muerte, entre la luz y la oscuridad, entre lo cierto y lo incierto.

Era una noche lluviosa, y las calles tenían un aspecto desolador. Dentro de las casas, todo era tranquilidad y quietud, pero afuera, abandonada bajo una caseta telefónica estaba ella, aquella Rotwailler que sufría en silencio su desesperanza y su abandono.

No era una perra joven, pero a simple vista se notaba que había sido un ejemplar digno de su raza, al que sus dueños le habían sacado el mayor provecho económico posible, y después la habían botado a la calle.

Aún estaban frescos en su mente, tantos recuerdos que se agolpaban desesperados, quizás por evadirse de una cruel realidad, o por creer que todo era una pesadilla. Lo único cierto para ella, era su suerte. Mala y sin futuro alguno.

Con la lluvia que mojaba su cuerpo y rostro, se confundían las lágrimas que resbalaban de sus ojos; lágrimas causadas por la crueldad y falta de sentimientos de los hombres, por la pérdida de valores y por la ausencia de amor al prójimo.

Atrás habían quedado aquellos momentos compartidos con Juanito, el niño junto al cual ella había crecido. Ahora era diferente, el tiempo había pasado y estaba en la calle a merced de lo incierto.

Así, después de estar dos horas bajo esa lluvia torrencial, fue rescatada por dos personas que la trasladaron al Centro de Salud y Protección Animal, donde después de una minuciosa revisión, pasó a formar parte de la población de este lugar.

Los resultados no eran muy alentadores: tenía alrededor de doce tumores, el mayor de más de un kilogramo de peso; su raquitismo era evidente; su vista muy deficiente. El paso del tiempo en ella, había causado estragos.

Así, inició un proceso de rehabilitación para Lluvia, nombre que me gustó para ella, por las condiciones climatológicas que imperaban en el momento en que ella fue rescatada de las calles.

No fue tarea fácil, pero Lluvia salió adelante y después de algunos meses de espera, ella estaba lista para ser adoptada y recibir el cariño que tal vez, tuvo en alguna etapa de su vida.

Pero el futuro es incierto, como Lluvia siempre lo presintió; después de luchar contra la adversidad, su cuerpo perdió la batalla y al fin encontró la paz eterna.

Para Lluvia fue una muerte digna y sin dolor; se durmió para no despertar nunca jamás, dejando triste todo a su alrededor.

Así, se perdieron aquellos momentos de dolor y sufrimiento que Lluvia vivió en carne propia. Atrás quedó una historia más de maltrato hacia los animales.

Pero siempre que la lluvia incesante caiga sobre la ciudad, el recuerdo de esta perrita estará presente en mí y en todas las personas que tuvimos la dicha de quererla y comprenderla, aunque haya sido un instante.

No es justo que el maltrato a los animales se convierta en algo cotidiano; toma conciencia y cuida a tus mascotas. Recuerda que ellas están a tu lado por una decisión tuya. ¿OK?

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